Sabemos que la actividad física conlleva un menor riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer, incluido el cáncer de mama. Caminar unas horas a la semana puede disminuir el riesgo de recaer en este tipo de cáncer e incluso de morir por esta enfermedad. La Sociedad Americana del Cáncer recomienda actualmente que las personas que se están recuperando de cáncer hagan ejercicio por lo menos 150 minutos por semana.

Sin embargo, las personas con cáncer de mama a menudo se enfrentan a una serie de desafíos para establecer un programa de ejercicio regular. La quimioterapia y la radiación pueden afectar a la función cardíaca y pulmonar, y alrededor del 60% de los supervivientes de cáncer de mama sufren una reducción de la fuerza en sus piernas como resultado de una pérdida de masa muscular. Además, más del 80% de las mujeres aumentan de peso después de un diagnóstico de cáncer de mama. Estos factores, junto con la fatiga asociada al tratamiento, pueden suponer un obstáculo para que los supervivientes del cáncer de mama se mantengan activos.

Sabiendo que el ejercicio es beneficioso para las personas con cáncer, pero que este supone un reto, los investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham están buscando nuevas formas para mejorar la respuesta al ejercicio de los supervivientes de cáncer de mama. Los investigadores han comparado los efectos del ejercicio en condiciones de baja disponibilidad de oxigeno (hipoxia), condiciones similares a las que se pueden encontrar a una altitud de 2.100m, con el ejercicio en condiciones normales de oxígeno a nivel del mar

Son muchos los atletas de elite que acostumbran a entrenar en áreas montañosas, entre los 1500 y 2500m sobre el nivel del mar, para mejorar su rendimiento. El aire a altas altitudes es más fino y contiene menos oxígeno. Esa menor disponibilidad de oxígeno ayuda a que aumente el número de glóbulos rojos que transportan oxígeno dentro de nuestro organismo. Hacer ejercicio a altas altitudes también permite entrenar más duro sin el estrés añadido en las articulaciones y los músculos que se producen a nivel del mar

Lógicamente no resulta práctico llevar a los supervivientes de cáncer a las montañas, por eso los investigadores de la Universidad de Alabama están tratando de acercar las montañas a los pacientes. Durante las sesiones de ejercicio, los pacientes utilizan para respirar un generador de hipoxia que simula una determinada altitud.

El estudio aún sigue en curso, por lo que es demasiado pronto para conocer todos los beneficios del entrenamiento hipóxico. Sin embargo, los investigadores predicen que el ejercicio hipóxico desencadenará una serie de cambios fisiológicos que permitirán a las personas con cáncer de mama ser más activas y mejorar su salud en general. Si los resultados del estudio son correctos, puede conducir a nuevos enfoques para ayudar a los supervivientes de cáncer de mama llevar una vida más activa

 

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